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viernes, 15 de abril de 2011

Noósfera nosotros: historia del despertar colectivo del cerebro de la Tierra

¿Avanza la evolución hacia el despertar de la mente planetaria? ¿Después de la biósfera, surge la noósfera? Teilhard de Chardin, Vladimir Vernadsky, José Argüelles y Terence Mckenna conspiran con la mente de Gaia para activar una consciencia global que incluya a cada ser vivo como un nodo dentro de un todo interconectado autorreflexivo.
La noósfera es la más grande utopía en la historia de nuestro planeta. Y aunque esta dimensión prometida por la evolución material, mental y espiritual no pueda existir en el espacio físico como lo conocemos, el éter (o el hiperespacio) con sus jardines dorados de información, sus ríos de luz y su total e instantánea interconexión es suficiente para mantener vivo este sueño de lucidez colectiva.

La palabra noósfera, proviene del greigo nous (mente) y sphaira (esfera). El divino Platón utiliza la palabra nous en el diálogo de Fileb, Sócrates dice: “Todos los filósofos concuerdan – y así se exaltan a sí mismos- que la mente (nous) reina sobre el cielo y la tierra”.

En la filosofía gnóstica, el nous, será visto en ocasiones como el padre del Logos, como el primer Eon, cuyo linaje da a luz a Cristo y a Sofía; en otras ocasiones el nous se identificará con Cristo mismo, algo que será retomado por Pierre Teilhard de Chardin, el sacerdote jesuíta que crea el concepto, junto con el geoquímico Vladimir Vernadsky, de la noósfera.

“Debemos engrandecer nuestro acercamiento para englobar la formación que está ocurriendo ante nuestros ojos… de una entidad biológica particular que nunca ha existido en la Tierra –el crecimiento, afuera y arriba de la biósfera de una nueva capa planetaria, una envoltura de la sustancia pensante, a la cual, por conveniencia y simetría, he dado el nombre del a Noósfera”. .–Pierre Teilhard de Chardin, The Future of Man.

La evolución de una idea mística -la mente como algo que existe más allá del cerebro, que permea el universo y que lo fertiliza con la imaginación, atributo central de la divinidad- se desdobla a través de la biología y se refuerza, al incluir los procesos de la materia.

La mayor influencia en el pensamiento noosférico de Teilhard fue Henry Bergson y su concepto de la evolución creativa, el cual se opone al dualismo de Descartes y concibe a la evolución como una fuerza vital (elan vital) constante que anima a la materia y conecta fundamentalmente al cuerpo y a la mente (el papel esencial del universo es “ser una máquina de crear dioses”, decía Bergson).

El otro padre de la noósfera, quien también fuera padre de la geoquímica, Vladimir Vernadsky, concibe a la noósfera como la tercera etapa en el desarrollo de la Tierra, después de la geósfera (la materia inanimada) y la biósfera.

Vernadsky ve el surgimiento de la conciencia como algo que debió de haber estado implícito desde el principio en la evolución de la Tierra.

Una corriente que va más allá de nuestra voluntad individual: “En la gran tragedia histórica en la que vivimos, hemos escogido elementalmente el camino correcto hacia la noósfera.

Digo elementalmente, ya que toda la historia de la humanidad procede en esta dirección… la humanidad como un todo se está convirtiendo en una poderosa fuerza geológica. La mente de la humanidad y su trabajo se enfrentan al problema de reconstruir la biósfera bajo el interés de pensar la humanidad libremente como un solo ente”.

La clave aquí es la concepción de la humanidad como una fuerza geológica, una fuerza de la tierra, incrustada en el río evolutivo del planeta.

Es decir la posibilidad de estar siendo usados por la Tierra para lograr conciencia de sí misma.

Un proyecto de la mente planetaria, de lo que James Lovelock llamara Gaia, el supraorganismo que compone a la biósfera y trasciende a la suma de sus partes, para sublimarse y quizás convertirse, como un alquimista superno, en una gigantesca piedra filosofal en donde la materia y el espíritu sean indiferenciados, y no exista la dualidad.

Quizás un proyecto que podría abortar en el caso de que no la llevemos al punto crítico cósmico de despertar masivamente.

“El planeta es un tipo de inteligencia organizada. Es muy diferente a nosotros. Ha tenido unos 5 mil millones de años para crear una mente que se mueve lentamente y que está hecha de oceános, ríos, bosques y glaciares. Se está volviendo consciente de nosotros y nosotros nos estamos volviendo consciente de ella, extrañamente.

Dos miembros más improbables de una relación difícilmente pueden ser imaginados, el simio tecnológico y el planeta que ensueña”, Terence Mckenna.

Iniciamos este artículo diciendo que la noósfera es una utopia, porque es la idea-semiilla de una colectividad idílica que busca funda-mentalemente materializar un sueño, en realidad, eterrealizar todas la mentes en una mente, una gran capa radiante de consciencia interpenetrante y como tal va más alla de nuestra concepción del espacio material…

Se conecta con la concepción de un espacio espiritual o un espacio de información similar a lo que en sánscrito se conoce como Akasha, palabra que significa éter, pero que también ha sido entendida por la teosofía como una biblioteca inmaterial o un banco de memoria universal: los registros akashicos.

En esta cosmovisión, todo el espacio –el éter- en sí mismo es una plétora holográfica de información, en cada partícula de éter, tenemos toda la información del universo, como si en cada bit estuviera todo el internet (la teoría cuántica ha llamado esto el q-bit y la teoría de sistemas el holón).

La noósfera es un avatar de Akasha, en el que amanece la posibilidad de conectarnos telepáticamente a toda la información del planeta y de cada uno de los organismos que lo componen, recibiendo en el plano místico la la galvanización “de la verdad que os hará libres”.

Es una utopia porque las personas que han encarnado la movilización de la noósfera son grandes optimistas que ven en la evolución un vehículo de la inteligencia que no puede cejar, una arrolladora máquina orgánica que se magnetiza con el fin de la historia.

Tanto Teilhard, como Vernadsky, como los continuadores de esta idea (Mckenna, José Arguelles, Ken Wilber) son en el fondo utopistas, que acaso por su luminosa capacidad de penetrar en la noósfera misma y obtener la epifanía de su conciencia tienen una enorme confianza en su ineluctable sendero.

Pero tenemos el caso de James Lovelock, quien popularizará la noción de que la Tierra es un ser vivo que se autorregula con su teoría de Gaia, y que en su trabajo más reciente considera que debido a la faltalidad de nuestras acciones, y su efecto en el cambio climático, para el fin de este siglo solo existirán 150 millones de seres humanos sobre la faz del planeta

¿Será la noósfera solamente de ellos, los elegidos, concretizando el paraíso de la mente pero destruyendo el espíritu democrático de su origen? ¿O tendrán que reiniciar el sistema y atravesar un nuevo proceso evolutivo para congraciarse con la inteligencia nativa del planeta?

Pero sigamos por el sendero óptimo de la utopia, encausando la cristalización, tal vez participando en el tejido inalámbrico de este gran mandala planetario, esta collar de perlas de Indra en el que cada perla refleja no solo a todas las otras perlas sino todos los reflejos que se dan entre sí (donde las perlas son los pensamientos).

Erik Davis en su libro Techgnosis, postula la tesis de que la tecnología esconde dentro de su hardware, en su inconsciente, el deseo de materializar el espíritu. Davis dice sobre la noósfera de Teilhard:

“Teilhard no tenía dudas que esta transferencia (el mecanismo de evolución transferido hacia el nivel social y consciente) era por el bien, porque a la larga la actividad humana habría de despertar al planeta mismo.

Desde sus inicios, el jesuíta creía, la mente humana se tejió a sí misma en una matriz colectiva de comunicación e interacción, una red etérea de consciencia que no solo vinculaba a la individuos humanos sino que estaba destinada a cubrir a toda la biósfera como la piel de una cebolla.

Teilhard llamaba a esta corona cerebral de la creación la “noósfera”, una entidad psíquica colectiva que surgió del mismo impulso orgánico y simbiótico hacia la unidad y a la compleijidad que inicialmente llevó a los elementos químicos libres a unirse en moléculas y células”.

En la noósfera, estas unidades que se alían, son bits culturales, memes, lenguaje, imaginación, pensamaientos y posiblemente vidas humanas en un crisol holográfico de sueños y emociones cuánticamente entrelazadas.

La influencia de la noósfera de Teilhard fue fundamental en los inicios del internet.

Los fundadores y editores de la revista Wired, Kevin Kelley, Louis Rosseto y John Perry Barlow, tomaron las ideas de Teilhard y las reprocesaron dentro de las tecnologías de la información, haciendo del la vision prístina del internet un espacio neo- neurobiológico, donde la Red es la materialización –más allá de la metáfora- de las conexiones neuronales (y la información es el espíritu que se transmite electrofantasmagóricamente, anunciado, como el arcángel, la llegada de una nueva era).

Perry Barlow escribió en Wired: “El punto de toda la evolución hasta este momento es la creación de una organización colectiva de la Mente”.

Rosetto dijo en una entrevista (citado por Erik Davis): “Lo que parece estar evolucionando es una conciencia global formada de las discusiones y negociaciones y sentimientos que están siendo compartidos por individios conectados a las redes a través de aplicaciones cerebrales como las computadoras.

Entre más mentes se conectan, más poderosa la conciencia sera.

Para mi, esta es la verdadera revolución digital –no computadoras, no redes, sino cerebros conectándose a cerebros”.

El ver reflejadas en la tecnología las ideas de Teilhard de Chardin y el optimismo generalizado de que la inteligencia (como en el caso de Tim Leary) conquista el espacio y nos hace emerger del polvo como creadores y controladores de nuestra realidad, da pie al transhumanismo y extropianismo, que postulan la posibilidad de escapar de la prisión del cuerpo y la muerte hacia una especie de noósfera puramente digital en la que nuestras conciencias inmortales, aumentadas por la interacción con las máquinas, estén totalmente conectadas y puedan acceder a paraísos artificiales de diseño.

Este es el sendero donde la tecnología reemplaza a la magia, y las máquinas a los cuerpos como vehículos del espítritu (que se vuelve información y luz eléctrica).

Pero por otra parte tenemos a Ken Wilber quien concibe la nueva etapa en nuestra historia como el “nooceno”, una epoca donde la inteligencia toma control de la sociedad, cuyo éxito estará determindado por “como logremos manejar y adaptarnos a la inmensa capacidad de conocimientos que hemos creado”.

El refinado proyecto de la Universidad de Princeton, Gobal Consciousness Project (GCP), mide los momentos en los que la consciencia humana se sincroniza y se vueleve coherente afectando el comportamiento de sistemas aleatorios.

Es decir, momentos en los que la consciencia global afecta la materia. Midiendo eventos como el ataque de las Torres Gemelas, las elección de Obama o meditaciones colectivas, los científicos de Princeton (liderados por el maverick Roger Nelson) han notado que la sincronización de millones de personas afecta estos sistemas generadores de números aleatorios de forma que habría 1 en mil millones de posibilidades que esto se debiera al azar.

Estos “electrogaiagramas” o EGGs (electroencefalogramas de la mente de Gaia) sugieren que existe “una noósfera emergente o el campo unificado de la conciencia descrito por los sabios de todas las culturas.”

Tanto Terence Mckenna como José Argüelles veían en la ominosa fecha del 2012 la cita planetaria con la noósfera.

Mckenna concibió la historia como un fractal que se aceleraba hacia su concreción en diciembre del 2012; un punto en el que todos los ciclos de la historia se comprimieran en un sólo instante, en el que todo sucedería a la vez, una especie de Big Bang en reversa.

Un punto similar a lo que Ray Kurzweill llama la Singularidad, en el que la cantidad de información apilada y su hiperfluida circulación por una especie de reacción en cadena –o efecto 100 monos- iluminaría al mundo (la pregunta es si ¿a las máquinas o a los hombres?).

Argüelles, quien falleció hace unas semanas, poco más de un año antes del 21 de diciembre del 2012, la fecha culmen a la cual le dedicó todo su trabajo, dejó un libro póstumo: The Manifesto for the Noosphere: Next Stage in the Evolution of Human Consciousnes.

Reality Sandwich ha publicado un extracto de este libro que viene a colación como un ouroboros en el dedo.

En el libro Argüelles traza su entrañable relación con la idea de la noósfera y nos remite a la evolución de este concepto dentro del marco de la esperanza onírica del 2012.

Es interesante notar que fue el genio mulifacético R. Buckminister Fuller quien introdujo a Argüelles a la vision noósferica, fue él quien “primero me sugirió la presencia de un sistema de almacenamiento y recolección existiendo como un campo psíquico o cinturón de pensamientos alrededor del planeta.

Fue a través de este medio, me escribió Bucky, que podia conversar con los filósofos pre-socráticos mientras caminaba por la playa”.

En su libro In Earth Ascending (1984), Argüelles postula la existencia de un banco psíquico: “ el sistema de recolección y almacenamiento de información codificada de la noósfera y programa de cronometraje de ADN, localizado entre y en resonancia con los dos cinturones de radiación del campo electromagnético de la Tierra”.

Argüelles retoma la noción evolutiva de Teilhard y su punto Omega y, en buena medida, la transforma dando a luz al movimiento new age con el 2012 como punto focal. Entre la destrucción y la iluminación; Argüelles, como Teilhard, gusta de voltear sus huevos al sol:

“Porque nosotros como especie, el agregado de las células que llevan la conciencia de la Tierra en evolución, no estamos aún despiertos a nuestro papel como un organismo planetario, así también la noósfera no está aún del todo consciente… encontraremos la resolución y la voluntad para reconstruir la noósfera… hacia un nuevo orden armónico de realidad superorgánica basado en un estado de conciencia distinto al que ha existido antes en la Tierra”.

Argüelles considera que estamos al borde de la posibilidad de convertir nuestra existencia en un obra de arte, sublimándonos en la “nave Tierra”.

“Una plétora de estructuras arquetípicas, reprimidas hasta ahora, se liberarán a través de los canales hasta ahora inimaginados de posibilidad artística, dando forma a una simbiosis entre la imaginación humana y el orden natural”.
Teilhard de Chardin veía el desenlace del proceso noósferico en la convergencia de materia y mente, donde según él seremos magnéticamente autodevorados por el Punto Omega, la conciencia crística al final del tiempo.

Cristo “destellará como un relámpago” y la materia colapsará en espíritu absoluto”.

Parfraseando el poema de T.S. Elliiot, el universo no terminará ni con un gemido (whimper) ni con una explosion (bang), terminará con el flash eterno del Espíritu.

Mckenna, en éxtasis psicodélico, veía así este paso al Punto Omega:

“Debemos de lograr exteriorizar el alma humana al fin del tiempo, invocarla a su existencia como un OVNI y abrir el umbral violeta hacia el hiperespacio, atravesarlo, afuera de la historia profana y hacia un mundo más allá de la tumba, más allá del chamanismo, más allá del fin de la historia, hacia el milenio galactico que nos ha llamado por millones de años a través del tiempo y el espacio”

Argüelles continua con esta euforia:

“La humanidad está atravesando la última etapa preparatoria para entrar, como un colectivo armonizado, a este tiempo de sueño consciente… Una vez que nos aliniemos con la noósfera percibiriemos y sabremos radialmente.

Experimentaremos todo como múltiples correspondencias que vinculan a todo con todo lo demás en una universo multidimensional armónicamente sincronizado… nos convertiremos en una nueva especie — Homo noosphericus”.
En su libro “El Futuro del Hombre”, Teilhard de Chardin argumentó que las experiencias místicas descritas por santos o yoguis eran en realidad emanaciones del Punto Omega.

Algo similar ha dicho el físico David Bohm: las experiencias de interconexión total, el misticismo, la telepatía, provienen del mar de energía subcuántica que llama la Totalidad Implicada; el Mundo de la Voluntad en palabras de Schopenhauer.

Es posible que este tipo de epifanías provengan de una conexión con el código fuente de nuestra realidad que podemos llamar Akasha.

Argüelles a lo largo de su trabajo desarrollando una nueva versión del calendario maya, la frecuencia 13:20, dijo haberse conectado con el espírirtu de Pakal Votan; Teilhard de Chardin tuvo un momento místico en el desierto de Gobi en China que fue fundamental a su fusión del cristianismo con la teoría de la evolución, creando un cristianismo cósmico; Mckenna vislumbró su Onda del Tiempo Cero, de la cual dedujo que el 2012 sería el fin del fractal de la historia, en un viaje de hongos.

¿Es posible que estos hombres se hayan conectado con la misma noósfera que describen, por un momento deslumbrante descargando datos de la matriz arquetípica que resguarda en su biblioteca etérea la gnosis de la mente divina?

Es difícil decir si la noósfera sólo es uno de nuestros mejores sueños, cultivado en mentes brillantes pero con un dejo de delirio religioso y mesiánico, o es inmanente a la evolución misma, una inevitabilidad de vivir en un universo creado por la Mente misma, un enorme espejo del plan de la creación, el final es el principio, un mismo instante que la evolución hace río, que proyecta la eternidad en tiempo.

Lo cierto es que construimos la realidad a través de modelos y el modelo de la noósfera es el mejor que tenemos para incluir la interconexión, la telepatía, la sincronicidad, la capacidad de crear con la palabra, de fundir el mundo de la ideas con nuestra realidad experiencial…

El modelo que postula la posibilidad de despertar colectivamente a un sueño lúcido.

DREAMING THE DIMENSION OF RANDOM SIGHT

Monte Carlo and Random Walks flow through the synapses of the meditating monk,

Brownian Motion the master says,

you’ll not find it in this dimension even if you use your head,

He picked up a stick and threw it into the air,

and said now that’s a perfect motion in which you can declare.

Find not my son the trajectory of the cannon ball’s flight,

the sea is the mother the wave is the light,

You think you are separate and that’s your fate,

if you could only see from where I’m sitting there would be no debate,

Stochastic processes, multidimensional parabolic states,

I don’t think so, you’re way too late,

Consciousness continually searching for itself in every delight,

so how might I find you on this continuous flight?

Look not at the structure or the zero point wave,

where you’ll find me is whispering in a EGG.

– Tom Sawyer, Santa Rosa, CA (Global Consciousness Project)

Fuente: Pijamasurf

Operación secreta para poner a salvo un arsenal nuclear soviético

Residuos. Toneladas de uranio y plutonio del arsenal de la URSS han viajado por la estepa de Kazajistán hasta un depósito secreto.
Los técnicos trabajaron bajo las condiciones más duras. NNSA
Habría sido el sueño de los rebeldes chechenos o de los espías iraníes, y la pesadilla de más de un gobierno: encontrarse en mitad de la estepa kazaja con un tren cargado del plutonio más potente del arsenal soviético y el uranio más enriquecido.

Pero el ferrocarril, en una de las mayores y delicadas operaciones de la historia nuclear, llegó sin sobresaltos a su destino, una instalación secreta en el noreste de Kazajistán.

La operación, en la que han participado un millar de personas entre ingenieros, científicos y personal de seguridad de EEUU y Reino Unido, además de efectivos de las fuerzas especiales kazajas, ha trasladado varias toneladas de combustible nuclear en 12 convoyes a lo largo del año pasado, todo en el mayor de los secretos.

El último tren partió de Aktau, en el extremo occidental de Kazajistán, y llegó a Kurchatov, en la otra punta del país una semana después, el 15 de noviembre pasado, aunque los detalles se han conocido ahora, ya que las autoridades sólo han reconocido la misión después de darla por acabada.

Entre ambas localidades, 2.993 kilómetros de extensa llanura y muchos peligros que afrontar. Aktau, de apenas 150.000 habitantes, sólo aparece en internet por haber albergado el Complejo de Energía Atómica de Mangistau, una herencia de la era soviética que entró en bancarrota hace años.

Su instalación mas destacada era el BN-350, un reactor nuclear montado en 1973, cuando Kazajistán era una de las repúblicas socialistas soviéticas. La central era multiusos. Generaba electricidad y agua caliente para la ciudad.

También usaba la tecnología de la fisión para desalar el agua, siendo la única potabilizadora nuclear del mundo. Pero su principal cometido era obtener plutonio (Pu-239) para armar los misiles nucleares soviéticos.

La disolución de la URSS y la independencia de Kazajistán dejó en esta enorme república, de mayor extensión que Europa Occidental, un imponente arsenal y una de las mayores reservas de uranio enriquecido del mundo. Los misiles se los devolvió a Rusia, pero no el combustible nuclear.

"BN-350 fue uno de los tres reactores construidos por la Unión Soviética para proporcionar plutonio para su programa de armas nucleares. A diferencia de los otros dos reactores, BN-350 era el único que quedó fuera de Rusia después de la caída de la Unión Soviética", explica Damien LaVera, de la Administración Nacional para la Seguridad Nuclear (NNSA) de EEUU.

Tras la firma de un acuerdo de colaboración entre los gobiernos kazajo y estadounidense, esta organización se encargó de la desmantelación del reactor, finalizada en 1999.

Desde entonces, la electricidad y la calefacción de Aktau se consigue quemando gas natural. El problema es que había 11 toneladas de uranio enriquecido y 3,3 de plutonio, cantidad suficiente para armar 775 armas nucleares, casi arrumbadas en el puerto de Aktau.

"La NNSA proporcionó la asistencia técnica para cerrar el reactor y trasladar el plutonio y el uranio altamente enriquecido a unas instalaciones de almacenamiento seguro a largo plazo", añade LaVera.

CHECHENIA Y DAQUESTÁN

La consigna estaba clara: tal cantidad de material nuclear no podía seguir en Aktau. La ciudad tiene justo en frente, al otro lado del mar Caspio, a la autodenominada república de Chechenia y la no menos conflictiva Daguestán.

La orilla sur de este mar interior pertenece a Irán, cuyo afán por enriquecer uranio es bien conocido. Había que alejar el uranio y el plutonio lo más posible de allí.

Por eso, el Gobierno kazajo decidió enviar el combustible atómico tierra adentro. El lugar elegido era Kurchatov, una pequeña localidad, nombrada así en honor del físico nuclear Igor Kurchatov, el padre de la bomba atómica soviética.

En el pasado, fue el centro de operaciones de Semipalatinsk, la zona donde la URSS realizó cerca de 500 ensayos nucleares. Los trenes, una vez en la estación de Kurchatov, fueron descargados y los contenedores transportados en camiones a un lugar no revelado.

Sin embargo, en un documento del Gobierno kazajo de 2005, se menciona la instalación militar secreta conocida como Baikal 1 como posible ubicación.

La operación ha tenido que superar muchos obstáculos. Aparte del desmontaje del reactor y las pilas de combustible, había que idear un sistema para transportarlas. Se optó por unos sarcófagos de 100 toneladas hechos con hormigón y acero que envolvieran el combustible por capas, a modo de muñecas rusas.

Los contenedores deberían valer tanto para el transporte como de almacén, pero hubo que inventarlo. Un equipo de expertos rusos y ucranianos fueron los encargados de fabricar 60 unidades.

Cada viaje llevaría cinco contenedores en otros tantos vagones de carga también diseñados para esta operación. Con un triple sellado, los bidones estaban fijados al vagón para evitar un robo.

"Los bidones de cien toneladas y los contenedores para el transporte de 15 toneladas habrían presentado una formidable resistencia para cualquiera que hubiese intentado robar el material nuclear", explica Dave Barber, experto de Sandia National Laboratories, organización de seguridad que trabaja para el Gobierno de EEUU.

Barber tuvo que recorrer el trayecto y diseñar un plan contra posibles vulnerabilidades.

"Además, Kazajistán dispuso múltiples niveles de fuerzas de reacción a lo largo de todo el recorrido", añade. Militares kazajos iban a bordo de los trenes para evitar un asalto.

También se apostaron en el trayecto. Sandia, que ha sido la responsable de la seguridad física de la operación, entrenó a tropas kazajas en sus instalaciones del estado de Nuevo México durante cinco semanas.

El tren, que circulaba sin paradas, tenía prioridad de paso en toda la línea férrea, revisada minuciosamente en busca de explosivos.

LLANURA DE HIERBA

"Mi misión era determinar los puntos a lo largo de la ruta que podrían ser aprovechados para robar o sabotear el material nuclear como puentes, colinas, desfiladeros y lugares con mucho arbolado", explica Barber.

"Pero no había de qué preocuparse, todo era estepa, una llanura de hierba. Contamos los pocos árboles que vimos en el camino", añade. Pero el convoy no sólo tenía que hacer frente a un ataque terrorista, también estaba el general Invierno, que sufrieron tanto Napoléon como Hitler.

"Los principales peligros a los que nos enfrentamos fueron debidos al tiempo. El primero de los envíos fue en febrero. La temperatura bajó hasta los -42º durante cinco días seguidos", recuerda Barber.

El trabajo de las máquinas y el comportamiento de los materiales a tan bajas temperaturas eran factores no controlados. Y tras el frío, el verano trajo el deshielo y todo se llenó de barro.

Sin embargo, después de 14 años de trabajos, ya no hay plutonio ni uranio en Aktau.

Ahora descansa en el otro extremo del país supervisado por la Agencia Internacional para la Energía Atómica.

El Gobierno de EEUU se ha gastado unos 167 millones de euros en una operación en la que han participado, además de la NNSAy Sandia, los laboratorios nacionales de Oak Ridge, Idaho, Pacific Northwest o Los Alamos.

También estaban los departamentos de Defensa y Estado, contratistas británicos, rusos y las autoridades kazajas. Hasta esta misión, la NNSA había retirado de la circulación apenas 2,72 toneladas de uranio en todo el mundo dentro de su Iniciativa Global para la Reducción de Amenazas.

Su responsable, Anne Harrington, reconoció en una declaración tras la llegada del último tren, que las dificultades técnicas, climáticas y de seguridad habían sido casi insalvables. "Pero conseguir lo inalcanzable fue un sello distintivo de esta campaña desde el principio", añadió.

Fuente: Publico.es

Desarrollan un método de teleportación cuántica

Investigadores de la Universidad de Tokio en Japón y la Universidad de Nueva Gales del Sur en Camberra (Australia) han descubierto una forma de teleportar luz cuántica, o luz que está en el denominado 'estado del gato de Schrödinger', al destruirla en un lugar y recrearla en otra localización remota. Su trabajo se publica en la revista 'Science'.
Según sus creadores, este método podría utilizarse para diseñar ordenadores cuánticos más rápidos que fueran capaces de transportar información de forma segura e instantánea.

Los científicos, dirigidos por Noriyuki Lee, combinaron múltiples fenómenos cuánticos, incluyendo la constricción, la sustracción fotónica, el entrelazamiento y la detección homodina para construir el dispositivo de teleportación y lo utilizaron para teleportar paquetes de ondas no clásicas de luz de un lugar a otro.

Como en el ejemplo clásico del gato de Schrödinger, estos paquetes entrelazados de luz estaban en un estado de superposición, o paradójicamente "muertos" o "vivos" al mismo tiempo.

Según los investigadores, los paquetes de ondas de luz eran destruidos y reconstruidos sin la alteración de estas frágiles y cuánticas características.

Fuente: EuropaPress

El Gato de Schrödinger (Wikipedia)
El experimento del gato de Schrödinger o paradoja de Schrödinger es un experimento imaginario concebido en 1935 por el físico Erwin Schrödinger para exponer uno de los aspectos más extraños, a priori, de la mecánica cuántica.

Schrödinger nos propone un sistema formado por una caja cerrada y opaca que contiene un gato, una botella de gas venenoso, una partícula radiactiva con un 50% de probabilidades de desintegrarse en un tiempo dado y un dispositivo tal que, si la partícula se desintegra, se rompe la botella y el gato muere.

Al depender todo el sistema del estado final de un único átomo que actúa según las leyes de la mecánica cuántica, tanto la partícula como la vida del gato estarán sometidos a ellas.

De acuerdo a dichas leyes, el sistema gato-dispositivo no puede separarse en sus componentes originales (gato y dispositivo) a menos que se haga una medición sobre el sistema.

El sistema gato-dispositivo está en un entrelazamiento, Verschränkung, en alemán originalmente.

Siguiendo la interpretación de Copenhague, mientras no abramos la caja, el sistema, descrito por una función de onda, tiene aspectos de un gato vivo y aspectos de un gato muerto, por tanto, sólo podemos predicar sobre la potencialidad del estado final del gato y nada del propio gato.

En el momento en que abramos la caja, la sola acción de observar modifica el estado del sistema tal que ahora observamos un gato vivo o un gato muerto.

Esto se debe a una propiedad física llamada superposición cuántica que explica que el comportamiento de las partículas a nivel subatómico no puede ser determinado por una regla estricta que defina su función de onda.

La física cuántica postula que la pregunta sobre la vida del gato sólo puede responderse probabilísticamente.

La paradoja ha sido objeto de gran controversia (tanto científica como filosófica), al punto que Stephen Hawking ha dicho: «cada vez que escucho hablar de ese gato, empiezo a sacar mi pistola», aludiendo al suicidio cuántico, una variante del experimento de Schrödinger.

Energía solar sin celdas solares

Stephen Rand, un científico de la Universidad de Michigan, ha descubierto que cuando la luz viaja a través de un material aislante es capaz de generar un efecto magnético millones de veces más intenso de lo previsto.
Este fenómeno podría servir para desarrollar un tipo de generador solar diferente a las clásicas celdas solares de semiconductores.

Según Rand, se trata de un efecto lo suficientemente extraño como para haber pasado desapercibido durante más de 100 años.

La universidad, previendo su potencial como generador de energía limpia, ya ha solicitado la correspondiente patente.

Lo que conocemos como “luz” es en realidad radiación electromagnética de una frecuencia particular, que puede ser percibida por el ojo humano.

En general olvidamos que un campo de luz, por su propia naturaleza electromagnética, puede generar efectos magnéticos.

Sin embargo, hasta ahora se suponía que los efectos magnéticos de la luz eran lo suficientemente débiles como para ser de alguna utilidad, y la comunidad científica se concentraba generalmente en aprovechar sus características eléctricas.

Un colector de energía solar, como las clásicas celdas solares que vemos a diario, se construye a partir de un material semiconductor en el que la luz solar incidente genera una diferencia de potencial.

Pero parece que esa no es la única forma de obtener energía de un haz luminoso.

Un descubrimiento, hecho por un grupo de investigadores de la Universidad de Michigan liderado por Stephen Rand, podría reducir sustancialmente los costos de producción de la energía solar en los próximos años.

El equipo de Rand descubrió que los efectos efectos magnéticos de la luz pueden ser hasta 100 millones de veces más intensos de los que se había previsto, lo que “podría conducir al desarrollo de un nuevo tipo de célula solar que no requiera de semiconductores”.

Si estos especialistas están en lo cierto, se podría construir una suerte de "batería óptica" completamente diferente a las celdas solares actuales.
Este hallazgo podría conducir al desarrollo de un nuevo tipo de célula solar.
Según Rand, “en las celdas solares convencionales, la luz penetra en el material, es absorbida y genera calor. En una batería óptica no existiría el problema del calor.

En lugar de ser absorbida, la energía de la luz sería almacenada en el momento magnético, proporcionando una fuente de energía capacitiva.” No deberíamos sorprendernos si todo esto nos suena a chino, ya que se trata de un efecto lo suficientemente extraño como para haber pasado desapercibido durante 100 años.

Stephen Rand se desempeña como profesor de los departamentos de Ingeniería Eléctrica, Ciencias de Computadoras y Física de la Universidad de Michigan. Explica que probablemente nada de esto se descubrió antes porque, al mirar las ecuaciones de movimiento relacionadas, este efecto no es evidente.

El trabajo de su equipo ha sido publicado en el Journal of Applied Physics, donde puede leerse que para crear una batería de este tipo se necesita que la luz penetre por un material que sea un mal conductor eléctrico, como el vidrio, y enfocarse con una intensidad cercana a los 10 millones de watts por centímetro cuadrado.

Los primeros experimentos se están efectuando con haces de luz láser, pero pronto se efectuarán ensayos utilizando luz solar.

Dado el potencial que tiene este efecto magnético de la luz para construir algún tipo de generador comercialmente viable, la Universidad de Michigan ya ha tramitado las patentes correspondientes.

Fuente: Neoteo